Procrastinación: Por qué ocurre y cómo enfrentarla.
- Joel Tiscar
- 31 jul
- 3 Min. de lectura

¿Alguna vez has pospuesto una tarea importante hasta el último momento, a pesar de saber que hacerlo te generaría estrés? Si la respuesta es sí, no estás solo. Esta conducta, conocida como procrastinación, es común, pero puede convertirse en un obstáculo serio para el bienestar personal y profesional si no se aborda adecuadamente.
¿Qué es la procrastinación?
La procrastinación no es simplemente pereza o falta de organización. Es un fenómeno psicológico más complejo: es la postergación voluntaria de tareas que uno tenía la intención de hacer, a pesar de prever consecuencias negativas.
En muchas ocasiones, procrastinar actúa como una estrategia para evitar emociones desagradables: ansiedad, miedo al fracaso, perfeccionismo, aburrimiento o sensación de no estar a la altura. En lugar de enfrentarlas, buscamos alivio inmediato distrayéndonos con actividades más placenteras o menos demandantes.
¿Por qué procrastinamos?
Hay varias razones por las que las personas procrastinan, entre ellas:
Miedo al fracaso: Pensamientos como “¿Y si no lo hago bien?” nos paralizan.
Perfeccionismo: La necesidad de hacer algo “perfecto” puede impedirnos siquiera empezar.
Falta de motivación o interés: Si la tarea no nos resulta significativa, tendemos a evitarla.
Tolerancia baja a la frustración: Algunas personas encuentran muy difícil iniciar tareas que requieren esfuerzo sostenido.
Hábitos adquiridos: A veces, la procrastinación se convierte en una costumbre casi automática.
Pereza: en ocasiones no queremos salir de un estado de comodidad y realizar el esfuerzo que se requiere para llevar a cabo una tarea que está fuera de nuestra zona de confort.
Consecuencias de la procrastinación
Aunque al principio pueda sentirse como un alivio, la procrastinación suele generar estrés, culpa, insatisfacción y baja autoestima. Con el tiempo, puede afectar nuestras relaciones personales, nuestro rendimiento académico o profesional, y nuestra salud mental.
Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos diligentes atraen riquezas.
(Proverbios. 10.4)
¿Cómo enfrentar la procrastinación?
La buena noticia es que la procrastinación se puede trabajar. Aquí te comparto algunas estrategias efectivas:
1. Identificar el patrón.
Observa qué tareas tiendes a evitar, cómo te sientes cuando las postergas, y qué haces en lugar de realizarlas. Reconocer el patrón es el primer paso para cambiarlo.
2. Fraccionar las tareas.
Las tareas grandes o abstractas pueden resultar abrumadoras. Divídelas en pasos pequeños, concretos y alcanzables. En lugar de "escribir informe", empieza por "abrir documento y escribir título".
3. Establecer rutinas y horarios.
Dedica bloques de tiempo específicos para trabajar en lo que sueles postergar. Intenta usar técnicas como el método Pomodoro: 25 minutos de trabajo enfocado, seguidos por 5 minutos de descanso.
4. Cambiar tu diálogo interno.
Reemplaza pensamientos como “no puedo” o “no me va a salir bien” por afirmaciones más realistas: “puedo empezar con solo 10 minutos”, “no tiene que ser perfecto, solo tiene que estar hecho”.
5. Minimizar las distracciones.
Identifica qué cosas tienden a sacarte del foco (redes sociales, correo, televisión) y redúcelas durante el tiempo de trabajo. Usa apps o bloqueadores si es necesario.
6. Recompensarte.
Establece pequeños premios al completar tareas: un paseo, un café, una serie. Esto ayuda a asociar el esfuerzo con una experiencia positiva.
7. Buscar apoyo.
Hablar con un amigo, colega o profesional puede ayudarte a ver la situación desde otra perspectiva, mantenerte motivado y responsable.
Si notas que la procrastinación está afectando seriamente tu vida, tus relaciones o tu bienestar emocional, puede ser útil buscar ayuda psicológica. La terapia te puede ayudar a explorar las raíces de esta conducta y a desarrollar herramientas personales para gestionarla de forma efectiva.
Un viaje de mil millas comienza con el primer paso. Lao -Tse
Recuerda, procrastinar te puede generar mucha ansiedad y complicaciones, pero no estás condenado a vivir en ese ciclo. Con conciencia, herramientas y acompañamiento, es posible avanzar.
Revisado: Joel Tiscar


Comentarios